martes, 1 de diciembre de 2009

MÉDIUMS & CANALIZADORES

Es irónico & hasta gracioso cuando observamos cómo surgió esta “moda”: Primero estaban los que decían ser la reencarnación de “seres de altura” nunca de un simple campesino, cosa ya de por sí sospechosa, luego resultó que era más cómodo aún que soltar el cuento de “ser la reencarnación de…” decir que “reciben la energía o mensajes de…”, de este modo no les pillan tan fácilmente en el error a estos granujas. Acostumbran a usar la excusa de que así se respeta el libre albedrío de todos, pero lo cierto es que mejor aún se respeta el libre albedrío humano reencarnando, con las consecuencias (iguales para todos) que ello conlleva, o sea, revestirse de un nuevo cuerpo mental, olvidando el origen o procedencia divino, pero esto no debería ser problema para un auténtico ser de luz, ya que transmitiendo o manifestando su divinidad en la medida de su propio despertar también demuestra a los demás que es posible para ellos hacer lo mismo. Sin exclusividades, excepciones o chorradas tipo “elegidos”.

Aquí va una pregunta algo inquisitiva:

Si los Grandes Maestros de todas las ramas del Saber reencarnaron en humanos, ¿no es más lógico esto que enviar mensajes desde el Más Allá?
Que es fácil auto-engañarse entre la verdad que uno necesita realmente & lo que quiere oír. Recordemos siempre que un mensaje de luz revela siempre algo, no va de “bellas palabras”.

Por otro lado, puede darse el caso de un mensaje de luz que haya de darse & para eso no es necesario venir aquí, pero es un abuso los que escriben libros enteros de tal o cual Ser de luz. Hay casos de quienes reciben tantos supuestos mensajes de un mismo Ser elevado “por afinidad” que ni que hayan comido muchas veces juntos o compartido vivencias desde la juventud.

Hay un caso muy singular & es el de “El Libro de Urantia”, te transcribo un comentario extraído de la obra de Ignacio Darnaude Rojas-Marcos “Libros revelados Siglo XX”:

1911 ).- El médium de Chicago Wilfred Custer Kellog comienza a verbalizar en estado de trance lo que le cuentan seres de otros mundos, recepciones que al parecer se mantuvieron como mínimo hasta 1934, aunque no se publicarían hasta 1955 con el nombre de “THE URANTIA BOOK”. Se trata de un kilo novecientos gramos de papel con 1.600.000 palabras y 2.097 páginas sin una sola errata de imprenta. Estamos ante la revelación más original del siglo, por cuanto no se parece a ninguna otra ni en sus postulados, estilo ni terminología. Es, sin duda alguna, un inclasificable monumento de energía revelatoria.

Saturado de vocablos impronunciables de nuevo cuño, y redactado en un culterano inglés arcaizante y latinizado que tiene poco de anglosajón (¿un idioma “intemporal” para que sea bien comprendido por los lectores de siglos venideros?), esta masiva entrega de letra impresa , cuya lectura puede llevar ocho meses, se dice dictada por una ristra de ejecutivos arcangélicos, y se refiere a tantas materias que un índice desglosado por temas, elaborado por Clyde Bedell (“THE CONCORDEX”) cuenta con 504 hojas y 110.000 epígrafes.

He aquí una idea general de lo que trata: Naturaleza, jerarquía, funciones y localización de los entes teológicos y subdivinos; la “Isla Eterna del Paraíso” y el “Universo Central de Havona”; los siete “Superuniversos” y los anillos de galaxias del universo exterior; el “Ser Supremo”, deidad evolutiva; la chispa divina o fragmento de Dios en el interior del hombre; divisiones geográficas y administrativas del cosmos; otros “niveles de realidad”; planetas habitados , mundos “morontiales” y “esferas de luz y vida”; “segunda muerte”, aniquilación del ser y extinción absoluta de la identidad individual, para los que elijen vulnerar indefinidamente las leyes naturales; energía, gravedad y materia; los cien “ultimatones” que integran un electrón; entidades que administran y controlan el universo; desarrollo histórico de las religiones; la verdad , el bien, el mal y la iniquidad; diferentes modalidades de energías y “materias”; modalidades de “espacio”; la “respiración” del espacio cósmico; rebelión de Lucifer; cosmogonía universal; historia de la Tierra; y vida y enseñanzas de Jesús ( 774 pp. ).

Antonio Moya Cerpa, heroico urantiólogo sevillano traductor del volumen al castellano, que se ha peinado varias veces y con lupa el mamotreto, da fe de que la densidad conceptual del texto es de tal calibre que la única manera de entenderlo consiste en ir corriendo con el mayor sosiego una regla línea a línea, tras reflexionar sobre el significado de cada renglón.

“EL LIBRO DE URANTIA”, que para desconcierto de los seguidores del espiritualismo niega el plano astral tras la descomposición del cuerpo físico, la reencarnación y la ley del karma, pareciera importado literalmente de otro planeta, ya que sus concepciones difieren de las de todos los movimientos filosóficos y esotéricos que en este mundo han sido. Y recordemos que para enjuiciar el “URANTIA” no hay más remedio que leerlo de pasta a pasta, trabajosa aventura que deja una imborrable huella en el ánimo, como les ocurre a las reses marcadas a fuego.